Luego de que la jueza Ramallo lo declara inimputable por ser menor de edad, Juniors pasó noventa días en una base de Prefectura Naval en Ingeniero White, “por su seguridad”, se dijo. En 2005 recaló en el Instituto de Menores El Dique, para adolescentes, ubicado en Ensenada, muy cerca de donde luego fue destinado el padre, por lo que la familia se instaló en un barrio de Punta Lara, junto al río. Entre rejas lo llamaban “Matapibes” y hasta se autoprovocó lesiones que encendieron alarmas. Por su integridad se decidió su traslado al neuropsiquiátrico Santa Clara en la ciudad de San Martín.
Los diagnósticos hablaban de esquizofrenia, de trastorno de personalidad, y provocaban distintas opiniones de los propios profesionales que lo atendían, siempre teniendo en cuenta la peligrosidad hacia terceros y hacia sí mismo. En 2007 la jueza Alicia Ramallo permitió un régimen de salidas transitorias a su hogar, primero por algunas horas, que luego fueron en aumento a 24, 48 y 72, siempre ajustando los tiempos a estrictos informes médicos. Dos años más tarde, cuando fue mayor edad, su expediente pasó al Juzgado de Familia N° 4 de La Plata y cuando se logró una vacante fue trasladado a una clínica neuropsiquiátrica para adultos de La Plata. Allí transita un régimen similar con salidas que oscilan en su extensión de tiempo de acuerdo a los estudios psicológicos y psiquiátricos que se le practican.
Hace unos años se enamoró y vivió un romance con una joven que iba de visita, fue padre, pero hoy ya no mantiene relación con la mamá del pequeño. Mientras tanto, su externación no termina de resolverse más allá de las presentaciones realizadas por sus abogados defensores. Así, su caso sigue bajo la tutela de la justicia que continúa recibiendo informes periódicos sobre su estado de su salud. Ya pasaron 19 años. Entre abogados en Tribunales es motivo de charla y discusión académica: se especula con que su caso es muy complicado de resolver. Hay quienes, aunque suene exagerado, lo asemejan a lo ocurrido con Carlos Robledo Puch, quien ya lleva más de 51 años tras las rejas, un tanto más seguras que las de un neuropsiquiátrico.
FUENTE: Infobae