“Un gobierno de antiguos con una comunicación antigua”
Última Nota de Opinión del año
La CiudadAyer Por Forger F.La reciente conferencia de prensa del intendente de Patagones, Ricardo Marino, junto a sus funcionarios ha puesto de manifiesto una serie de deficiencias que trascienden lo meramente administrativo y revelan una preocupante falta de liderazgo político. Al optar por un método arcaico y en desuso para rendir cuentas sobre su primer año de gestión, Marino no solo se aleja de las prácticas contemporáneas de transparencia y rendición, sino que también se aísla del pulso crítico y necesario que requiere la democracia.
Desde el inicio, la postura defensiva del intendente fue evidente. Su afirmación de que “hoy se va a saber la verdad” parece más un intento retórico que un compromiso genuino con la realidad. Afirmar que su primer año ha sido “sumamente positivo y exitoso” resulta, en el mejor de los casos, un ejercicio de desconexión con las vivencias cotidianas de los ciudadanos. En una sociedad donde los desafíos son palpables —como la falta de servicios básicos en el parque industrial y en algunos barrios, el deterioro de la infraestructura y una creciente sensación de abandono— tales proclamaciones parecen ser un espejismo, una ilusión construida sobre una narrativa que ignora las necesidades urgentes de la comunidad.
La gestión política moderna exige no solo resultados concretos, sino también un diálogo abierto y honesto con la ciudadanía. La elección de Marino por un formato tradicional, donde cada funcionario expone logros sin un análisis crítico o autocrítico, revela una falta de visión y adaptabilidad ante un contexto que demanda agilidad y respuestas efectivas. En lugar de ofrecer soluciones innovadoras o un plan claro para el futuro, su administración parece atrapada en la inercia del statu quo.
El déficit de liderazgo se hace aún más evidente al observar cómo este tipo de conferencias tienden a convertirse en rituales vacíos. La enumeración de logros sin correlato con las experiencias vividas por los ciudadanos genera un creciente escepticismo. La incapacidad para reconocer errores o fracasos es un signo claro del temor a la crítica, lo que a su vez erosiona la confianza pública en las instituciones.
Un líder político debe ser capaz de enfrentar los desafíos con humildad, transparencia y disposición al diálogo. En lugar de aferrarse a métodos obsoletos que no responden a las exigencias contemporáneas, Marino debería replantear su enfoque comunicativo y buscar establecer un vínculo genuino con la ciudadanía. Escuchar sus voces y abordar sus inquietudes no solo fortalecería su gestión, sino que también contribuiría a restaurar la confianza en el gobierno local.
En conclusión, el primer año del intendente Ricardo Marino está marcado por una notable ausencia de liderazgo efectivo. Su defensa cerrada y los balances optimistas no logran ocultar las realidades difíciles que enfrenta Patagones. La comunidad no solo merece información sobre logros distantes; requiere un liderazgo comprometido que trabaje incansablemente por mejorar su calidad de vida. Sin un cambio profundo en su enfoque, esta gestión será recordada como una oportunidad perdida para el desarrollo integral y sostenible del municipio y tal vez sea recordada como la peor gestión de la historia. FIN.