Esta semana, la palabra "salud" ha resonado con fuerza en todo el distrito. La situación se ha vuelto crítica, reflejada tanto en el estado de salud del Partido de Patagones como en la reciente licencia por motivos de salud solicitada por el intendente. Es alarmante observar cómo la salud pública en nuestra comunidad se encuentra en un estado casi terminal, mientras que los responsables parecen actuar con una preocupante ligereza.
La falta de acción es evidente; mientras se manifestaban en las calles del interior del distrito sobre la crisis del sistema sanitario, los funcionarios, absolutamente todos, se encontraban ocupados en la presentación de un documental relacionado con la producción de cebolla. Esta desconexión entre la realidad que vivimos y las prioridades de quienes nos representan es inaceptable.
El descontento crece al ver cómo el intendente y sus funcionarios perciben sueldos millonarios por jornadas laborales que no superan las seis horas. Mientras tanto, el sistema de salud languidece y la población clama por atención y soluciones efectivas. Veremos qué capacidad de oxigenación puede generar el nuevo secretario de Salud.
El silencio político que rodea esta situación refleja un temor palpable: nadie quiere acercarse a Marino. Ahora, con un intendente interino que carece de experiencia política, los problemas parecen multiplicarse. Un funcionario cercano del FR lo expresa sin tapujos: “Ahora sí estamos complicados; este llegó porque es sobrino, de política cero”.
La crítica hacia los funcionarios del Frente Renovador se intensifica. En particular, el secretario de Gobierno se encuentra en una posición precaria, siendo señalado por su falta de trabajo y compromiso con solo cuatro áreas bajo su responsabilidad. Su perfil ha sufrido un desgaste considerable y sus errores han sido objeto de burlas y reproches en los pasillos políticos. Hace un tiempo, sus declaraciones sobre descuentos a los municipales durante paros fueron desmentidas casi al instante por el propio intendente.
Aún más preocupante es el desprecio mostrado hacia la comunidad. Hace poco más de una semana, una enfermera denunció que este cuestionado funcionario se refirió a los trabajadores con desprecio: “Si las hace felices, renuncien”. Este tipo de comentarios solo alimenta el malestar social y demuestra una falta de respeto inaceptable.
La combinación de mala gestión y la escasa formación política entre los funcionarios está creando un caldo de cultivo para un descontento generalizado. Si esta situación persiste, corremos el riesgo de agravar una crisis que ya es evidente. Es hora de que aquellos que están al mando tomen conciencia y actúen con responsabilidad; nuestra salud y bienestar dependen de ello. FIN.