Panorama político bonaerense: Presupuesto y elecciones, las claves de un verano caliente

ProvinciaEl sábado Por Andrés Lavaselli
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Caras largas. El bloque de UxP en una conferencia de prensa tras la caída de la sesión por el Presupuesto

El rechazo del Presupuesto (autorización de endeudamiento incluida) y de la Ley Impositiva, consumado el jueves en la Legislatura, pone a Axel Kicillof ante el comienzo de año más  complejo desde que es Gobernador, signado por los  fantasmas de un ajuste inevitable y, en algún escenario, de un default que hasta ahora parecía imposible para una administración que renegoció la deuda en 2020 y pagó todo desde entonces. Pero el dato político más relevante es que para conjurar esos peligros, deberá encarar una inusual negociación en enero, condicionada por el áspero debate interno con el cristinismo y el massismo acerca del formato electoral 2025.

“Axel ya le pidió al equipo económico (Pablo López y Cristian Girard, ministro del área y titular de ARBA) para este lunes un informe base para definir una planificación alternativa” del año, explicó a DIB una alta fuente del Gabinete. Esa primera reacción concreta está en la base de un relato que desde ahora ensayará el Gobernador, bajo el concepto general de un gobierno que entró en “emergencia”: todos sus “no” a demandas de gestión estarán justificados en la  privación de las herramientas de financiamiento que le impusieron. Marzo, con un vencimiento de deuda de USD 1.100 millones, funcionará como un test respecto de una cesación de pagos.

¿Pero quién es el principal responsable de que, al menos por ahora, no haya Presupuesto: la dureza opositora, la interna del PJ o la propia intransigencia del Kicillof? Hay respuestas múltiples, según quién las dé. El Ejecutivo apunta a LLA, PRO y la UCR: corrieron el arco cuando un acuerdo era posible, al exigir nombramientos en la Corte y la Autarquía del IOMA, dos concesiones que sabían de antemano que el Gobernador no estaba dispuesto a hacer. Eso, más que los fondos para los municipios (la diferencias se habían achicado a 150.000 millones en las conversaciones) o algunos retoques impositivos, terminaron de hacer caer todo. En el fondo, lo que dice el gobierno es que existió un intento de complicar su gestión digitado desde la Casa Rosada y las oficinas de Mauricio Macri

Los opositores cuentan otra versión: LLA y PRO dijeron desde el principio que no iban a apoyar porque no tenían alicientes políticos para hacerlo. Aunque hubo idas y vueltas (cuentan que Agustín Romo, el representante de Santiago Caputo que preside del bloque libertario/bullrichista dijo que estaba para votar todo si le daban un lugar en la Corte y que PRO se subió a la discusión cuando la UCR comenzó a hablar por cargos), su negativa entra en los parámetros esperados. Los radicales, más dialoguistas, dicen que Kicillof se cerró demasiado: “quiso sacar el Presupuesto sin ceder casi nada. Imposible”, graficó un jefe de esa fuerza.

El juego del camporismo-insuarraldismo y el massismo, que son el verdadero rostro del peronismo en la Legislatura, generó suspicacias. ¿No pusieron el empeño suficiente en defender los intereses del gobernador? En calle seis no lo creen así: “si nos hubiesen querido complicar, hubiesen habilitado la votación de Presupuesto y la Impositiva, sin el endeudamiento”, argumentan. Era justo lo que el Gobernador no quería: su lectura es que ese esquema lo obligaba a ir a negociar cada vez que debía tomar deuda, lo que no le conviene. Por eso ordenó la estrategia de “todo o nada” que fue la que se siguió. Los suspicaces marcan otro hecho: la negativa a bajar a sesionar de los libertarios “blue”: un bloque que hasta ahora había acompañado al gobierno y de repente recuperó su memoria opositora. “Los manejan a control remoto entre el camporismo y el massismo”, dicen en los pasillos legislativos. Pero Kicillof no avala esa lectura, como también le resta importancia a una supuesta reescritura de los proyectos en connivencia con la oposición durante la noche larga del primer intento fracasado de sesionar. “Nadie en la oposición vio ese articulado”, certifican en un despacho importante del Ejecutivo. Puede ser que el Gobernador no quiera ser el responsable de una ruptura con el cristinismo y por eso rechace la interpretación conspirativa. Pero lo cierto es que si él no acusa, no quedan elementos para sostener ese relato, más allá de las anécdotas y los murmullos de palacio. Un jefe parlamentario camporista, que admite que la interna está que arde, lo resumió así: “yo me ciño a los resultados y siempre le sacamos todo al Ejecutivo”.

Lo que viene

El segundo capítulo de esta trama se comenzará a escribir el 7 de enero, cuando Gabriel Katopodis y acaso algún otro ministro se siente a conversar con los jefes de bloque propios y ajenos. El gobierno llevará el proyecto original del presupuesto, sin los avances que había experimentado durante la negociación que quedó trunca. “No creemos que se vaya a resolver”, dicen en el Ejecutivo. Pero no cabría esperar otra cosa que dureza en la previa de una negociación.

Quienes creen en la posibilidad de un acuerdo, en  una u otra trinchera, enumeran razones. Axel necesita el endeudamiento y la ley impositiva, no es menor la complicación de no tenerla, más ante otro año de ajuste nacional contra la provincia, admiten en el Gobierno. Los intendentes también precisan los fondos extra –de libre disponibilidad- que por ahora no fueron. Más lo de UCR, el camporismo y el massismo que los PRO, que los reclamaron poco. Pero son suficientes los que hacen presión. Hasta los legisladores, que tienen su propio presupuesto atado al general, tienen motivos para estar incómodo con manejarse en base a una pautas de gastos votada en 2023. Tal vez no sea menor que Alexis Guerrera quiera anotarse un pleno en su debut como presidente, massista, la Diputados.

La agenda es compleja: fondos para municipios, cargos en organismos como el Banco Provincia, modificaciones a aumentos impositivos y a facultades del Ejecutivos para ajustar lo que se debe pagar durante el transcurso del año, el estatus del IOMA, la Corte y los 203 pliegos judiciales que el Ejecutivo envió al Senado. Todo será puesto sobre la mesa en un mes apenas.

Una dificultad adicional es que esa conversación se dará casi en sincro con la definición de Kicillof respecto del calendario electoral: ¿Desdoblar o no la elección 2025? El gobernador pensaba emitir el decreto en torno a fin de año, pero ahora se retrasará: Milei volvió a jurar que intentará eliminar las PASO en las extraordinarias de febrero y hasta que eso no se defina, en Provincia no se  avanzará. De hecho, ese dato es importante: si hay PASO nacionales “desdoblar no tiene sentido”, pero si caen, todo puede pasar, dicen en Gobernación.

En este punto, todo se cruza. Cristina Kirchner y Sergio Massa quieren elecciones simultáneas, mientras que algunos funcionarios y varios intendentes de peso alineados con quieren desdoblar. Kicillof deberá laudar en medio de esas presiones cruzadas: se expone a una cuasi fractura con el cristinismo, que controla, con el massismo, a los legisladores que representará a la provincia en las discusiones por el Presupuesto. Será, seguro, un verano caliente. (DIB) 

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