Tragedia de la Escuela Islas Malvinas, el recuerdo de uno de los sobrevivientes

La Ciudad28 de septiembre de 2015
rodrigo torres
Rodrigo Torres - Foto gentileza: Rio Negro

Sin dudas nada volvió a ser igual para la comunidad de Patagones después de esa trágica mañana en la que alrededor de las 07:30, al comienzo de la jornada escolar “Junior” abrió fuego contra sus compañeros en el aula de 1º B de la escuela secundaria Islas Malvinas.

Rodrigo Torres, uno de los sobrevivientes de la tragedia que se cobró la vida de Federico Ponce, Evangelina Miranda y Sandra Núñez, relató cómo fue ese día y afirma que necesita conocer qué fue lo que llevó a Rafael Solich a atacar a sus compañeros.

Rodrigo relata que esa mañana ingresaron normalmente al aula, y mientras permanecían sentados junto a Federico Ponce, observaron cómo Junior extraía un arma y comenzaba a disparar. “Primero pensábamos que era un arma de juguete, pero cuando vimos el casquillo de la segunda bala nos tiramos al piso”.

Fue allí que Rodrigo recibió dos impactos de bala que le provocaron graves heridas “tuve un pequeño desmayo por segundos o minutos, después nunca perdí el conocimiento, me acuerdo de todo”. La primera bala le perforó un pulmón y la segunda que ingresó en la zona del abdomen perforó los dos intestinos, el hígado y un riñón por lo que tuvo que ser sometido a varias cirugías que le permitieron continuar con su vida normalmente.

“En la parte psicológica me llevó 7 años de tratamiento, con varias crisis que pude superar”.

Además señala que “nunca voy a olvidar lo que pasó, llevo las marcas en la piel, conmigo. Cada vez que me voy a bañar o me cambio para entrenar o para lo que sea veo mis cicatrices, duelen, pero me demuestran un poco como soy yo para poder salir a lucharla”.

“Trato de dejar ese mal momento que pasé y quedarme con los lindos momentos que viví en la escuela, con docentes, porteros y compañeros,  prefiero quedarme con eso”, dice Rodrigo once años después.

Sobre las responsabilidades del caso, el joven afirmó “lógicamente hay culpables, pero si mi vida se queda atascada buscando los responsables no podría continuar. Creo que habría que buscarlos e hilar fino para encontrar por donde vendría la responsabilidad de cada uno”.

Con respecto al joven que provocó la primera tragedia escolar del país, Rodrigo expresó “me gustaría sentarme a hablar con Junior, para que me ayude a cerrar el rompecabezas que todavía no terminé de armar; me gustaría que me explique el por qué dañar la vida de los demás. Porque si uno quiere llamar la atención directamente se hace daño a uno mismo. Le preguntaría porque lo hizo”. 

“Aunque creo que él es una víctima más, considero que tiene que estar preso, fue quien gatilló el arma y yo lo vi”, afirmó.

Esa trágica mañana de septiembre, los testimonios aseguran que cuando Junior terminó de disparar se arrodilló en el suelo del pasillo de la escuela, y fue allí que su amigo y compañero del mismo curso, Dante Pena, le reclamó por lo sucedido. En este sentido, Rodrigo asegura que para él Dante no tuvo que ver con la masacre, “creo y espero que no haya jugado ningún papel en esto. Hasta mi familia piensa diferente, pero yo quiero creer que no tuvo nada que ver, sería muy macabro”, asegura.

Sobre cómo afronta desde hace once años cada nuevo 28 de septiembre, insiste en que “si bien el dolor va a seguir, cuando pasa cada 28 de septiembre, al día siguiente siento un poco de alivio”.

Además afirma que “lo que me gustaría es recordar siempre a mis compañeros, hacer actividades o lo que sea para no olvidar lo que pasó y estar junto a mis compañeros”.

Después de once años, el joven a quien su propia familia y la asistencia psicológica le permitieron volver a empezar, hay una cuenta pendiente y es el rol de las autoridades. “Creo que fuimos abandonados por las autoridades, cuando se cumplieron diez años vinieron y nos prometieron muchas cosas, como atención psicológica y otras cuestiones, pero nunca cumplieron”.

Con respecto a la causa Rodrigo comenta que “es muy cerrada, pero lo que pase, haya avances o no, nunca nada va a borrar lo que me pasó”.

Ya convertido en un hombre, el joven que luchó por su vida y continuó luchando con las adversidades que dejaron las secuelas físicas y psicológicas conserva un gran anhelo: “Quiero olvidar y empezar a vivir mi vida. Tuve que aprender a convivir con todo esto. Lo que quiero es que me conozcan por lo que soy y no por haber estado en la tragedia”.

También conserva dentro de él la impotencia. “Lo que más lamento es no poder haber hecho algo para evitar lo que pasó. Y lamento no haber estado en el entierro de mis compañeros”. 

 

 

 



 

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